En las organizaciones de revisión, la prevención del fraude ocupa un lugar destacado en el orden del día. Esto tiene sentido, ya que el fraude en los exámenes puede tener consecuencias desastrosas. Lea en este blog cómo se comete el fraude en los exámenes y qué puede hacer usted al respecto.
El fraude en los exámenes se produce de numerosas maneras. Las formas más comunes de fraude en los exámenes contemporáneos incluyen: fraude de identidad (1) , fraude mediante el uso de ayudas (tecnológicas) (2) y robo de exámenes (3).
Cuando alguien utiliza los datos personales de otra persona al hacer un examen, se trata de un fraude de identidad. Sin embargo, los rápidos avances tecnológicos hacen cada vez más difícil cometer fraude de identidad en los exámenes (en línea). El requisito de identificación es cada vez más estricto y explícito, lo que permite establecer con creciente certeza que es la persona correcta la que realiza el examen. Una evolución positiva, pues.
Quienes piensan que hoy en día el fraude sólo se produce a través de dispositivos tecnológicos se equivocan. Las trampas a la antigua usanza mediante apuntes, notas en la mano o una nota en la calculadora gráfica, siguen estando a la orden del día. Sin embargo, ya no se limita a este tipo de «simples» técnicas de engaño. Con equipos de alta tecnología indetectables o apenas detectables, se introducen datos de contrabando en la sala de exámenes. Considere la posibilidad de utilizar accesorios sofisticados, como gafas o bolígrafos, que permitan al candidato asimilar la información. O el uso de auriculares «invisibles» para conectar con personas ajenas a la sala de examen que susurran las respuestas correctas.
Además de que los propios candidatos a los exámenes pueden intentar influir en el resultado final de muchas maneras, la duplicación de exámenes también va en aumento. Para ello, basta con sobrescribir las preguntas del examen o realizar capturas de pantalla. Las preguntas de examen aseguradas se comparten o incluso se venden.
El robo en los exámenes, por cierto, no se limita a los candidatos. También se tienta de vez en cuando a supervisores, constructores de preguntas y/o profesores que tienen acceso al contenido del examen.
Dadas las posibles consecuencias a gran escala del fraude en los exámenes, no hace falta decir que la prevención ocupa un lugar prioritario en la agenda de las organizaciones examinadoras. A continuación se ofrece un resumen de las posibles medidas.
Con la identificación biométrica, puede combatir el fraude de identidad selectivo. Se registran las características físicas y los hábitos de un individuo. Piense en el reconocimiento de la palma de la mano, la cara o la voz. Otra aplicación es el análisis de los «hábitos tipográficos» mediante dinámica de pulsación de teclas. Cada persona que utiliza un teclado tiene una forma distinta e identificable de escribir. De este modo, puede crearse un patrón para cada candidato individual al examen, que puede utilizarse para su identificación.
El análisis de los datos de un examen puede revelar anomalías en el comportamiento del candidato. Si hay anomalías notables, se puede investigar más a fondo una situación sospechosa. Por ejemplo, cuando un candidato responde a las 10 primeras preguntas con notable rapidez en comparación con las demás. Del mismo modo, cuando alguien termina un examen significativamente más rápido que los demás, puede hacer saltar las alarmas. Posteriormente, se pueden utilizar varios aspectos para determinar si realmente se cometió fraude.
Tanto en los exámenes escritos como en los digitales, es importante que los supervisores reciban la formación adecuada. Además, las cámaras u otras ayudas (electrónicas) pueden servir de apoyo adicional a los vigilantes durante un examen. La supervisión en línea, por ejemplo, consiste en vigilar la sala de examen del candidato con una webcam, una cámara móvil y una pantalla compartida. Esto implica compartir la pantalla del candidato a examen de forma remota con el supervisor. Estos artilugios tecnológicos mejoran la vigilancia. Sin embargo, son precisamente estos avances tecnológicos los que hacen que los candidatos sigan encontrando nuevas formas de burlar a los reguladores.
¿Se ha robado y hecho público el examen o algunas preguntas del examen? Entonces -dependiendo de la cantidad de preguntas filtradas- la única solución es ajustar el examen. Considere la posibilidad de hacer variaciones en los formatos de las preguntas o de construir preguntas de examen completamente nuevas. De este modo, se reduce la probabilidad de que vuelvan a formularse preguntas que están en la calle. Esto puede llevar a que estas preguntas no tengan un impacto significativo en el resultado de futuros exámenes.
El fraude en los exámenes sigue siendo un tema a tener en cuenta también en el futuro. Mientras los candidatos tengan interés en hacer trampas, se buscarán nuevas oportunidades. La creciente sofisticación de las herramientas utilizadas no facilita la prevención. Por tanto, las medidas preventivas deberán reforzarse y renovarse constantemente.
A pesar de todas las posibilidades de prevención del fraude, los exámenes deben seguir siendo, por supuesto, fáciles de usar y seguros para el candidato. El truco está en adelantarse lo más posible a las nuevas formas de fraude y anticiparse a ellas lo antes posible.
Combinando distintas medidas o herramientas, como la identificación biométrica y el análisis forense de datos, por ejemplo, se consiguen los mejores resultados. Sin embargo, aún tiene que crecer el apoyo a estas aplicaciones innovadoras y herramientas automatizadas para que se conviertan en parte integrante de un proceso de examen generalizado.
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